Nadie duda que la gran mayoría de cosas pierden eficacia con su uso. Un cuchillo, por ejemplo, pasado un tiempo se debe afilar de nuevo. Se trata de algo tan común como sencillo. Hay otros productos que después de un uso determinado se deben cambiar: las ruedas de los coches serían un buen ejemplo.
Pero ¿y la piel? ¿pierde eficacia? ¿se puede cambiar?
Obviamente no podemos cambiar de piel, pero lo que sí es cierto es que la piel se gasta. De eso, no cabe ninguna duda ¿qué factores influyen en este desgaste?
- El sol
- La falta de hidratación
- La contaminación
- Una mala alimentación
- Etc.
Este desgaste o pérdida de eficacia se materializa en la existencia invisible de las denominadas pieles muertas. ¿Cómo se identifican? Los síntomas más normales serían las clásicas pieles apagadas, sin ningún tipo de brillo, tirando a seca.
En cualquier caso, la piel en muchos casos, se puede reparar. Para seguir con símil, sería como el cuchillo, que se puede volver a afilar en cualquier momento. ¿Cuál es el «afilador» para nuestra piel? La exfoliación.
Mediante la exfoliación retiramos los restos de células muertas y abrimos los poros. Eso nos permite que la piel vuelva a parecer reluciente y brillante. De todas formas, la exfoliación no sólo es importante porque «limpia» nuestra piel, sino que además también la prepara. ¿Qué quiere decir que la prepara? Que la deja lista para poder aplicar con eficacia cualquier otro tratamiento: de antienvejecimiento, antiarrugas, antioxidantes, hidratantes, etc. Ya que con los poros abiertos, la piel está mucho más receptiva a dejar penetrar los tratamientos que consideremos oportunos.
El exfoliante de Sesderma se llama Abradermol.
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