Sin saber por qué, en muchas ocasiones la piel se convierte en un misterio. Es una de las partes de nuestro cuerpo que más dice de nuestro ritmo y estilo de vida. Sabiendo que el verano trae consigo el destape, es un buen momento para prepararnos por dentro y por fuera.
Para nuestro interior, hemos encontrado la fórmula perfecta: definitivamente, necesitamos vitamina C en la piel en grandes cantidades.
La vitamina C, junto con otras como la A o la E, juega un papel protagonista durante la temporada de verano. Estas vitaminas son las reinas porque combaten, entre otras cosas, los radicales libres y las propiedades oxidantes del sol, lo que simplemente quiere decir que éste se alimenta de ellas.
Si te preguntas qué alimentos podrían servir para ponerte a punto de cara al verano… la vitamina C es protagonista en frescos como la calabaza, la zanahoria, las espinacas o la lechuga. Pregúntatelo sin reparo alguno: ¿sueles comerlos? Son una base importante para que nuestra piel esté sana y luzca joven. Sin embargo, sólo son esto: la base.
Dependiendo de la cantidad que tengamos en el cuerpo de esta vitamina tan importante, nuestro tono de piel y su propia salud, variará. Y ya lo decíamos: no sólo con estas cantidades naturales nos es suficiente. Para prevenir los efectos dañinos del sol podemos utilizar complementos como cremas protectoras y reparadoras, o cápsulas, que conseguirán penetrar en la piel como nada ni nadie en este mundo.
La vitamina C previene, nos mantiene jóvenes ante los rayos ultravioletas del sol, es perfecta para pieles sensibles, y consigue que tengamos un aspecto fresco y joven. ¡Incluso contiene colágeno! ¿Qué más podemos pedir? La receta contra el envejecimiento la tenemos en nuestras propias manos…